EN REPUBLICA DOMINICANA EL CARIBE Y EL MUNDO El
impacto económico del ecoturismo
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El turismo de masas implica inversiones que involucran cuantiosos recursos: tierras, construcciones de hoteles, muelles, terrenos de golf y aeropuertos. Además, estas inversiones no son reversibles ni pueden ser transferidas hacia otros sectores. Mas, el turismo de visitantes extranjeros, tal como se ha desarrollado hasta ahora, tiende a ser estacional. El ecoturismo se puede practicar con una inversión pequeña, en micro unidades, y, por tanto, es más asequible y de menores riesgos, al tiempo que puede contribuir al desarrollo social, en un ambiente de mayor redistribución y más equidad.
El ecoturismo involucra un mercado más amplio y permanente: el de los turistas extranjeros y el de los nativos o residentes en el país. Tiene más potencial para crecer. Una parte importante de los dominicanos, tal como sucede con los ciudadanos del mundo, en un país más que en otros, son consumidores de servicios turísticos y de bienes tangibles que provee la producción. El vínculo entre el ecoturismo y la producción es estrecho, por cuanto estimula a incrementar la oferta nacional, en bienes tradicionales y en productos nuevos producidos con el ingenio y particularidades locales.
Así, pues, el ecoturismo incrementa la producción de bienes y servicios, genera empleos e ingresos.
El ecoturismo es, además, parte integral del turismo y, como tal, puede surtir el impacto socio-económico nacional que es propio a ese sector: producción de bienes, auge de servicios, del comercio mayorista y detallista, de las finanzas, creación de empleos, ingresos, divisas, ahorro e inversión, y mejoría de los servicios públicos.
El ecoturismo puede contribuir al desarrollo cuantitativo y cualitativo de uno de los sectores más importantes de la economía dominicana: el turismo. Contribuye en efecto a darle un carácter sostenible, en términos sociales y ambientales.
El ecoturismo, asociado al turismo de masas -este último manejado con criterios cada vez más racionales y sostenibles-, y como parte de la variedad y diversidad de las prestaciones y servicios que reciben los turistas, puede convertirse en un factor de mantenimiento y fortalecimiento del turismo tradicional. Debido a que el número de personas que viaja en el mundo buscando un contacto con la naturaleza y con las poblaciones autóctonas es cada vez mayor y tiene un crecimiento relativo superior al turismo de masas, el desarrollo del ecoturismo puede, entre otros elementos, imprimirle un significativo impulso a la actividad turística en general.
Por su creciente aporte al proceso de producción y generación de ingresos en la República Dominicana, tanto internos como en divisas, su contribución al empleo interno de fuerzas productivas, sobre todo humanas, y al logro de una participación relativamente ventajosa en el mercado mundial, el turismo es actualmente uno de los sectores más importantes de la economía dominicana. Su carácter dinámico, siendo un sector que conoce un crecimiento sostenido desde hace algunos veinte años, y el potencial de crecimiento que aún queda por desarrollar, confiere al turismo aún mayor importancia y muy buenas perspectivas.
Sin embargo, el desarrollo del turismo no está respetando en gran medida los criterios de la sostenibilidad o del desarrollo duradero. Por el uso irracional de los recursos naturales sobre los cuales reposa -costas, playas, biodiversidad marina- y la ausencia de una protección adecuada del medio ambiente en los escenarios en los cuales se desenvuelve, el turismo está poniendo en peligro no sólo su estabilidad, como sector que hace grandes contribuciones a la vida económica y social nacional, sino que amenaza con desperdiciar el gran potencial que presenta para su futuro desarrollo.
Las causas son diversas y existen desde hace varios años. Están vinculadas, entre otros elementos, a la ausencia de política turística, a la expansión del sistema "todo incluido", al incremento de las importaciones que genera el turismo; al hecho de que el criterio de rentabilidad, en muchos casos, no va acompañado del criterio de calidad; a la debilidad de la promoción, y a factores de otra índole.
El conjunto de elementos que mayor influencia tiene sobre su falta de sostenibilidad es, sin lugar a dudas, de orden ambiental. El deterioro de los ecosistemas costeros y marinos, así como la contaminación de las costas y la debilidad de las acciones que se llevan a cabo en materia de saneamiento ambiental, pueden conducir al turismo no sólo a la pérdida de su competitividad frente a otros destinos en el Caribe, sino simplemente a su autodestrucción.
El éxito de varios complejos que vinculan la actividad turística con la puesta en valor y protección del entorno ambiental debe ser tomado como referencia y ejemplo para superar esa situación.
El Estado no puede ver al turismo como simple generador de divisas. La empresa turística no puede tener solamente como estímulo para su establecimiento la alta rentabilidad que pueda producir, sino que debe recordar la raíz conceptual y literal del turismo como actividad que "estrecha los lazos culturales y de amor entre los pueblos", y que fomenta "la educación, sólida y fecunda, sobre la defensa de la flora y la fauna" (16).
La débil participación de la población local en la actividad turística y, por lo tanto, en la obtención de los beneficios de la misma es otro factor que limita considerablemente el alcance y la estabilidad del turismo.
El sistema "todo incluido", que se está generalizando, minimiza el aporte en divisas al país y desvincula el turismo de las comunidades donde se desarrolla.
El turismo de masas pone en relación un país o instituciones llamadas emisoras con países receptores. Hoy en día, la exacerbación de la competencia conlleva a que las instituciones emisoras, como los "touroperadores" y agencias de viajes, tiendan a quedarse con una parte cada vez más importante de los ingresos generados por el turismo, y que el propio flujo turístico escape al control del país.
El ecoturismo contrarresta en gran medida esa tendencia, beneficiando tanto a las empresas turísticas tradicionales nativas como a los nuevos beneficiarios, ya que ejerce sus efectos multiplicadores en las distintas zonas que se desarrolla, a la vez que prolonga la estadía del turista extranjero. Esto adquiriría mayor fuerza con el establecimiento de una red de pequeños hoteles, albergues, fondas, paradores, centros de artesanía, museos y grupos artísticos, elementos todos imbuidos de sus particularidades locales.
El dinero que se extrae de todas esas actividades se puede consagrar, en parte, al mantenimiento, a la limpieza y al florecimiento de la naturaleza, de las ciudades y de las casas, y construcciones comunitarias de nuestros habitantes del campo, sin lo cual el turista no se siente atraído a realizar su visita y, mucho menos, a repetir su estadía o a promover al país ante los suyos.
© Fundación Ciencia y Arte / Kalalú-Danza 1999
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noviembre 10 1999