La conservación es la base de sustentación del turismoPor Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listin Diario del 2 de Agosto 2000. Reproducido aquí con la autorizacion del autor
Cuatro de las cinco categorías internacionalmente aceptadas para el manejo de las áreas protegidas, tienen al turismo entre sus objetivos e incluso una de ellas es promovida activamente por la Organización Mundial de Turismo.
¿Para qué se protege la naturaleza?, aunque parezca una paradoja, se le protege contra el hombre y para beneficiar al mismo hombre, y no precisamente para satisfacer necesidades materiales sino recreativas, estéticas o espirituales. Al menos eso es lo que nos cuentra la historia de las áreas protegidas. Como veremos más adelante, en principio fue el turismo, el recreo en la naturaleza y la búsqueda del paraíso; más tarde y como consecuencia de lo primero vinieron los parques nacionales, la acción administrativa asumida por el Estado a través de sus distintas instancias e instituciones adjetivas, a las cuales se les encomienda por mandato legal la responsabilidad de manejar esos paraísos o escenarios grandilocuentes, de tal manera que el público pueda disfrutar plenamente de las mismas garantizando su integridad y perpetuidad.
¿Qué es un área protegida?
Las áreas protegidas son espacios naturales especialmente seleccionados para conservar recursos naturales singulares o muy frágiles y valores ecológicos únicos o sobresalientes, que caracterizan una zona o región determinada, cuya importancia trasciende el ámbito geográfico de su ubicación particular. Es decir, se trata de parcelas naturales o más bien, muestras representativas de la naturaleza propia de un país y que se seleccionan para conservarlas para el disfrute de las presentes y futuras generaciones.
Normas y principios universalmente aceptados recomiendan que cada país o nación, debe seleccionar los ecosistemas más representativos, la gama más amplia de ambientes que caracterizan su naturaleza en particular, con el propósito de salvaguardar una muestra significativa del capital genético y la diversidad de especies vivas que componen la herencia natural de las generaciones del presente que debe ser legada a las generaciones venideras.
Como la diversidad y la heterogeneidad constituyen la regla y la excepción en la naturaleza, las muestras de los ambientes más espectaculares y de los ecosistemas más valiosos, deben ser escogidos y categorizados de acuerdo a sus características propias y a su potencial o vocación natural para ser manejados de manera coherente y armónica, como piezas que se articulan adecuadamente para formar un sistema único. De ahí que, un sistema nacional de áreas silvestres protegidas, es un conjunto de espacios naturales protegidos, de relevante importancia ecológica y social, pertenecientes a la nación, que ordenadamente relacionados entre sí y a través de su protección y manejo, contribuyen al logro de determinados objetivos de conservación y a su vez, al desarrollo sostenido de la nación.Categorías de manejo
La Unión Mundial para la Naturaleza, mejor conocida como UICN en el mundo de la conservación y las áreas protegidas, ha establecido cinco grandes categorías o clases de áreas o unidades de conservación, dependiendo de los objetivos de su creación y de la fragilidad o la capacidad de carga de los recursos que posee.
1.- La primera categoría de protección establecida por esta entidad internacional se conoce popularmente como ‘‘Reserva Científica’’. Su nombre técnico es ‘‘Reserva Natural Estricta’’ (categoría Ia) y ‘‘Area Natural Silvestre’’ (categoría Ib), también conocida como ‘‘Reserva Biológica’’. El objetivo primario de un área protegida bajo esta categoría es la investigación científica y la protección estricta.
2.- La segunda categoría genérica de UICN y la más popular en el mundo, es la de ‘‘parque nacional’’, la cual se le asigna a aquellas áreas que se crean para la conservación de ecosistemas grandilocuentes o sumamente valiosos, pero que todo el tiempo tienen que estar abiertos al público para la recreación (el turismo) y la educación ambiental. En los sitios de desarrollo que se establecen en los planes de manejo se pueden crear las infraestructuras necesarias que armonicen con el entorno para cumplir con estos objetivos.
3.- La tercera categoría de manejo de UICN corresponde a la de ‘‘monumento natural’’, que es un área que se crea para la conservación de características naturales espcíficas o un recurso natural en particular que descolla sobre los demás. Debe estar abierto al turismo y a la educación pública. Caen dentro de esta categoría también, las reservas antropológicas, los monumentos culturales y sitios históricos.
4.- La cuarta categoría de área protegida corresponde a la que popularmente se conoce como ‘‘refugio de vida silvestre’’, pero que su nombre técnico es ‘‘Area de Manejo Hábitat / Especies’’. Caen dentro de esta categoría también los ‘‘Santuarios de Fauna Silvestre’’. Se permiten bajo regulación aquellas actividades (pesca, turismo, educación ambiental...) que no sean incompatibles o pongan en peligro los fines de su creación.
5.- La quinta y última categoría reconocida por UICN para un área protegida se conoce como ‘‘paisajes terrestres o marinos protegidos’’, conocida popularmente como ‘‘vías panorámicas’’, ‘‘áreas nacionales de recreo’’ y ‘‘corredores ecológicos’’, entre otras categorías específicas o locales. Esta categoría se establece esencialmente para proteger el paisaje con fines turísticos o recreativos. Está permitida toda actividad que no peligre los fines de su creación y es promovida activamente a nivel internacional por la Organización Mundial de Turismo.
Es decir, el turismo aparece como una actividad que se puede desarrollar perfectamente en cuatro de las cinco categorías genéricas de la UICN que acabamos de ver, por lo que resulta incomprensible que se alegue que las áreas protegidas impiden u obstaculizan el turismo. Todo lo contrario, las reas protegidas le otorgan un valor agregado a cualquier actividad turstica que se desarrolle en un espacio natural determinado, pues solamente se le otorga categoría de protección a lugares o ambientes que realmente tienen valor reconocido en el ámbito local, nacional o internacional.
Desde luego, al tratarse de áreas protegidas que deben brindar sus servicios a perpetuidad (por todo el tiempo que las circunstancias y la propia naturaleza lo permitan), es lógico que tienen que existir regulaciones. Lamentablemente estos aspectos nunca son bien vistos por los inversionistas y promotores turísticos que solamente ven un valor monetario envuelto en sus operaciones, cuyo atractivo se mide en base a la velocidad de recuperación o retorno de la inversión, no en el horizonte o perdurabilidad de la misma.Turismo y parques
En todas partes del mundo la tendencia del turismo es hacia la búsqueda de lo natural, de lo limpio y lo original. Se compra lo que tiene valor y en el caso del turismo, lo que se vende es naturaleza (playas, paisajes, biodiversidad, climas benignos, montañas, ríos, acantilados, manglares, aves, miradores, fauna silvestre, fauna marina, vegetación típica...). Dado el nivel de destrucción que azota el planeta, particularmente en las regiones tropicales, los turistas están demandando destinos donde se le presta una atención especial a la conservación de la naturaleza.
Es decir, ahora son los turistas quienes demandan protección para la naturaleza que van a visitar. Es como una vuelta al principio, pues si nos vamos a la motivación original de la creación del ‘‘parque nacional Yellowstone’’, vemos que fueron los visitantes o excursionistas quienes reclamaron la protección de aquellos ambientes y en base a dos ideas fundamentales: ‘‘conservar a perpetuidad las bellezas naturales impresionantes que caracterizaban aquel lugar’’ y ‘‘la garantía de su disfrute por parte del público mediante la visitación y la contemplación’’. Fueron los propios descubridores de aquellos escenarios espectaculares quienes reclamaron la acción del Estado para su protección y garantía de uso público.
Pero el ‘‘turismo verde’’ como se le llamó al turismo primitivo, actualmente comienza a cobrar vigencia. Existen ejemplos por dondequiera y en todas partes del mundo que dejan bien en claro la tendencia del turismo moderno hacia la contemplación de los paisajes y ambientes grandilocuentes. Y a propósito del turismo español, el archipiélago de las Canarias por ejemplo, ya está protegido en más de un 60% de los territorios emergidos, algunos de ellos como la isla de Lanzarote consignada como ‘‘Reserva de la Biosfera’’ o el ‘‘parque nacional del Teide’’ en Gran Canaria. Todos estos esfuerzos conservacionistas apuntan en una dirección clave y estratégica: el turismo, una actividad que actualmente lleva entre 12 y 15 millones de personas por año y su población local no alcanza los 2 millones.
El famoso archipiélago de las Galápagos, en el pacífico ecuatoriano, uno de los lugares de mayor visitación del mundo que cuenta con un turismo exclusivo de naturaleza, está declarado en su totalidad como parque nacional. Costa Rica es uno de los casos más familiares por su cercanía y similitud de clima con la República Dominicana y allí ya se ha declarado como áreas protegidas a un 25% de su territorio y todos sus bosques están reservados exclusivamente a la conservación con un doble propósito: el turismo y la venta de ‘‘bonos verdes’’ en los mercados internacionales, los cuales han tenido muy buena acogida en aquellos países que tienen problemas con la emisión de los gases invernaderos y que agotan la capa de ozono.
Es decir, los bosques costarricenses reportan más beneficios al país por su valor turístico y de defensa contra los cambios climáticos que por la madera que pudiesen producir. El gobierno y la sociedad de aquel país así lo han entendido y para ello lo han dedicado. Pero aunque sea en una etapa todava muy incipiente, la República Dominicana ya está dando sus primeros pasos y la señal más clara la constituye la presente ‘‘ley general sobre medio ambiente y recursos naturales’’ que se acaba de aprobar en el Congreso Nacional. Esta es una clara evidencia de que el Estado Dominicano ha decidido detener la depredación para revalorizar su naturaleza y obtener de ella todos los beneficios que pueda brindar, sin menoscabar su potencialidad y su conservación.
El turismo y las áreas protegidas no son incompatibles y la isla Saona, Los Haitises, Isla Catalina y Lago Enriquillo constituyen la mayor evidencia. ¿Tiene usted una idea de cuántos turistas visitan anualmente al ‘‘Parque Nacional del Este’’ o al ‘‘Monumento Natural de la Isla Catalina? En otras entregas volveremos sobre este tema.
© Kalalú-Danza & Eleuterio Martínez 1999-2000